Tras alcanzar una gran popularidad en Japón, su país de origen, el Pachinko se ha extendido con éxito a otros países de todo el mundo. El juego ha experimentado una serie de cambios a lo largo de su dilatada historia, que le han permitido entrar con éxito en la corriente moderna y seguir existiendo dentro del marco jurídico actual.
En la primera mitad del siglo XX empezaron a aparecer en Japón las primeras máquinas tragaperras de pachinko, un juego mecanizado en el que la electricidad sólo se utilizaba para los efectos visuales de iluminación.
El funcionamiento del juego es muy parecido al del pinball: las mismas bolas rodantes que el jugador compra y lanza a la máquina, un laberinto de obstáculos por el que las bolas pasan con éxito (y sin mucho éxito). Las bolas ganadoras son las que caen en determinados pozos. El juego no acaba aquí: puedes conseguir más bolas para continuar la partida gracias a las bolas ganadoras. La máquina tragaperras se encuentra en el centro del juego y cuando se aciertan determinadas combinaciones, el jugador se convierte en el ganador.
A lo largo de los años, los creadores de la máquina han hecho que las trayectorias de los movimientos de las bolas sean lo más imprevisibles posible, lo que hace que los jugadores vuelvan a probar suerte.
Doscientos mil millones de dólares al año es la cantidad estimada de dinero que los jugadores japoneses gastan en máquinas tragaperras. Es un orden de magnitud superior a los ingresos de los casinos de Las Vegas, a pesar de que el número de salones de juego en Japón ha disminuido notablemente.
A partir de 2018, el orden de funcionamiento de las máquinas tragaperras ha cambiado ligeramente. Al parecer, el proyecto de ley para legalizar los casinos y los juegos de azar en particular debía facilitar la vida a los empresarios de la industria del pachinko. Sin embargo, el gobierno consideró que las máquinas tragaperras no estaban cubiertas por el proyecto de ley, ya que estos juegos provocan cierto tipo de adicción al juego.
La salida no fue fácil: la legislación prohíbe las máquinas tragaperras que aportan al jugador ganancias en forma de dinero; en consecuencia, las ganancias en metálico en el pachinko se suprimieron, o más bien se sustituyeron por fichas que pueden canjearse por cualquier mercancía en determinadas tiendas (la mayoría de las veces propiedad de los dueños de las mismas máquinas).
Las zonas de juego en Francia y el intento de introducir el pachinko en Mant la Jolie previsto por Japón se encuentran cerca, por lo que la competencia es casi inevitable. El éxito depende totalmente del nivel de desarrollo del servicio, el coste y la calidad del juego.
En Francia, las máquinas de pachinko, por la razón que sea, no han alcanzado la misma popularidad frenética que en otros países.