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Juegos de azar en diferentes culturas: cómo se juega en México, Japón y Arabia Saudita

Las prácticas de juego varían significativamente en todo el mundo, influenciadas por restricciones legales, tradiciones culturales y actitudes sociales. Mientras que algunas naciones abrazan el juego como parte de su identidad nacional, otras lo prohíben completamente por motivos religiosos o morales. Este artículo explora el juego en tres culturas distintas — México, Japón y Arabia Saudita — para mostrar cómo las costumbres locales y los marcos legales influyen en la forma en que las personas se relacionan con los juegos de azar.

Marco legal y cultural del juego

En México, el juego es generalmente legal y está regulado por la Secretaría de Gobernación (SEGOB). Juegos tradicionales como las loterías y las peleas de gallos coexisten con casinos modernos y apuestas deportivas. Los casinos físicos operan legalmente desde principios de los 2000, y el juego en línea está permitido si los operadores tienen licencia. El juego es ampliamente aceptado en la cultura mexicana y a menudo se asocia con reuniones sociales y festividades.

Japón tiene una postura más matizada. La mayoría de las formas de juego son técnicamente ilegales según el Código Penal, pero existen ciertas excepciones permitidas, como las apuestas en deportes públicos (carreras de caballos, ciclismo, carreras de botes), loterías y pachinko — una máquina vertical similar al pinball que opera en una zona legal gris. En 2018, el país aprobó los Resorts Integrados, abriendo camino para el desarrollo de casinos bajo estricta regulación.

Arabia Saudita, en cambio, prohíbe completamente todas las formas de juego bajo la ley islámica (Sharía). El Corán prohíbe explícitamente los juegos de azar, y el Reino aplica estrictamente estas normas. No existen establecimientos legales de juego, y los sitios de apuestas en línea están bloqueados por filtros del gobierno. Participar en juegos de azar puede conllevar sanciones legales, incluyendo multas y prisión.

Aceptación social y prácticas cotidianas

En México, el juego se ve como una actividad de ocio aceptada entre varios grupos de edad. Apostar en partidos de fútbol, carreras de caballos o participar en noches de bingo es común, especialmente durante celebraciones nacionales. La Lotería Nacional está profundamente arraigada en la vida mexicana y se asocia con tradiciones que datan de la época colonial. En los barrios también pueden encontrarse juegos informales durante festivales.

La sociedad japonesa mantiene una relación paradójica con el juego. Aunque en gran parte está prohibido, los salones de pachinko son omnipresentes y atraen a millones de jugadores a diario. Aunque técnicamente no es considerado juego — los jugadores ganan fichas que luego se canjean por premios y efectivo — funciona de forma muy similar. Su aceptación social ha creado una industria valorada en más de ¥14 billones anuales (aproximadamente 95 mil millones de dólares en 2025).

En Arabia Saudita, incluso los juegos de azar menores como rifas o apuestas deportivas no son tolerados públicamente. El estigma social en torno al juego es importante por su contexto religioso. Sin embargo, preocupa el acceso de los ciudadanos a sitios de apuestas extranjeras mediante VPNs, lo que ha impulsado una mayor vigilancia digital y campañas educativas sobre los peligros del juego desde una perspectiva islámica.

Regulación y cumplimiento del juego

El sector del juego en México está supervisado por la SEGOB, que garantiza el cumplimiento de las leyes sobre restricciones de edad, impuestos y transparencia. Aunque la aplicación es relativamente constante, algunas regiones reportan problemas con operadores no licenciados y escasa supervisión en áreas remotas. Aun así, el gobierno continúa modernizando la regulación para alinearla con estándares internacionales, incluyendo el registro de operadores en línea y la promoción del juego responsable.

En Japón, la regulación del juego está repartida entre varios ministerios según el tipo de actividad. Por ejemplo, el Ministerio de Finanzas regula la lotería, mientras que la Asociación Japonesa de Carreras controla las carreras de caballos. La introducción de Resorts Integrados incluye una Comisión de Control de Casinos encargada de prevenir la adicción al juego y la actividad criminal. Ya se aplican restricciones estrictas para los residentes, como tarifas de entrada y límites de visitas.

En Arabia Saudita, el estado no tolera ninguna forma de juego legal, y la aplicación de la ley es estricta. El gobierno bloquea activamente sitios relacionados con apuestas y monitorea la actividad en línea para identificar infractores. La policía religiosa, conocida como la Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, desempeñó históricamente un papel destacado en la vigilancia, aunque su presencia ha disminuido en años recientes debido a reformas legales.

Impactos económicos y sociales

En México, la industria del juego aporta significativamente a la economía nacional. El gobierno obtiene ingresos mediante licencias e impuestos, que luego se reinvierten en infraestructura, salud y programas sociales. Las oportunidades de empleo que brindan los casinos, salas de bingo y tiendas de apuestas deportivas también benefician a miles de familias.

Las ambiciones económicas de Japón con el juego están estrechamente ligadas al turismo. Los Resorts Integrados no son solo casinos, sino centros de entretenimiento con hoteles, centros comerciales y convenciones. El gobierno estima que estos complejos podrían generar más de 10 mil millones de dólares anuales. Sin embargo, preocupa el aumento de la adicción al juego, por lo que ya se han implementado programas de apoyo y tratamiento.

En Arabia Saudita, la ausencia de un sector de juego significa que no hay contribuciones económicas directas. Sin embargo, preocupa el mercado ilegal y las apuestas clandestinas. Las autoridades argumentan que prohibir el juego protege el tejido social y la integridad moral de la sociedad, evitando los problemas financieros y psicológicos que se observan en países donde las apuestas están legalizadas.

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Perspectivas futuras y cambios culturales

El panorama del juego en México probablemente se expandirá en los próximos años, especialmente en línea. A medida que mejora el acceso a internet y crecen las plataformas móviles, más jugadores optan por los casinos digitales. Se espera que el gobierno introduzca marcos actualizados para regular más estrictamente a los operadores en línea y fomentar la concienciación sobre el juego responsable.

En Japón, el futuro del juego depende del éxito de los Resorts Integrados. Se espera que el primer complejo abra en Osaka en 2029. La opinión pública está dividida — algunos lo ven como una oportunidad económica, mientras que otros temen los costos sociales. Los legisladores avanzan con cautela para equilibrar los valores culturales con los intereses empresariales.

Arabia Saudita no muestra señales de cambiar su postura sobre el juego, ya que la ley religiosa sigue siendo un pilar del gobierno nacional. No obstante, a medida que las fronteras digitales se vuelven más porosas, el estado enfrenta el creciente desafío de restringir el acceso a plataformas internacionales de apuestas. Se espera que las campañas de concienciación pública y la ciberseguridad sigan siendo estrategias clave.

Identidad cultural y papel del juego

El juego en México está profundamente entrelazado con la cultura, especialmente en festividades, celebraciones religiosas y reuniones familiares. Combina entretenimiento moderno con tradiciones antiguas como la “Lotería”, un juego similar al bingo que se juega por diversión y premios pequeños en comunidades locales.

En Japón, el juego — especialmente el pachinko — actúa como una válvula de escape social. A pesar de su ambigüedad legal, está arraigado en la vida cotidiana, especialmente entre hombres mayores y jubilados. Se percibe más como una forma rutinaria de entretenimiento y socialización que como un medio para obtener beneficios.

La identidad saudí está fuertemente basada en los principios islámicos, lo que se refleja en la total prohibición del juego. La narrativa cultural posiciona el juego como un vicio moral, y el gobierno enfatiza valores como la disciplina, la familia y la responsabilidad espiritual. Esta visión garantiza que el juego siga estando prohibido en un futuro previsible.